| 1 comentarios ]


Firma invitada: Santiago Martín Guerrero

A propósito de un artículo

El sábado 5 de septiembre, “El País”, por fin, accedió a publicar entre sus páginas de opinión, un artículo sobre UPyD. El mismo Savater, casi miembro fundador del periódico, ha visto limitada sus colaboraciones –no sé si motu propio o alieno- a comentarios literarios, por eso me sorprendió que el periódico abriera sus páginas a un partido estigmatizado por PRISA desde la primera hora de su alumbramiento. Enseguida comprendí el porqué de semejante e inusitada apertura: era un disidente que ponía en solfa a toda la cúpula dirigente del partido. Me dio asco, pena y sentimiento, por este orden. Y eso es lo que me gustaría comentar aquí en el espacio de libertad que es este foro.

Me dio asco de que un buen periódico, espejo de buen hacer durante tantos años, no sepa, no quiera, o no pueda desprenderse del sectarismo del que está haciendo gala desde que aupó a Zapatero al poder dentro del partido y lo puso en condiciones de optar a la jefatura del gobierno. Es verdad que el golpe bajo asestado por éste, optando por otro grupo mediático, le puede salir caro. El domingo, día seis, sin ir más lejos, apareció en el diario un largo y demoledor reportaje con el expresivo título: A la deriva. España encara una recesión más larga que la del resto de Europa, con un gobierno errático en su política económica. Debió dolerle al “Gran Timonel” porque en el mitin de Rodiezno no dejó de repetir que sus correcciones en política económica obedecían a un plan preestablecido: diálogo y adaptación. La postura adoptada por PRISA con UPyD, desde el principio, siempre me pareció vil e indigna. A la mañana siguiente de anunciarse la gestación del nuevo partido, Carles Francino sentenció en la SER la consigna que en adelante habrán de repetir todos los que cada mañana se nutren a los pechos de la cadena radiofónica y se lanzan a la vida provistos de la consigna y el argumentario necesarios para seguir manteniendo al zapaterismo en el poder: Rosa Díez es una despechada envidiosa, resentida por no haber sido elegida en el Congreso del partido socialista que prefirió a Zapatero. Y que la primera vez que le dedica un artículo de opinión sea para denostarla me produjo asco. Rosa será lo que sea, pero fue la única dirigente socialista que alzó su voz contra las tropelías de Zapatero. Los demás, los González, los Guerra, los Ibarra, los Bono y tantos otros, aunque muy conscientes de que se trataba de tropelías, callaron como putos, valga la expresión.

Me dio pena porque Clemente Polo, aún habiendo sido bellacamente utilizado –y pienso que él era plenamente consciente de ello- llevaba, sustancialmente, razón. Aparte de algunas apreciaciones que no comparto, y de una cierta insidia que destilan sus palabras, el fondo del artículo me parece cierto: todo da la impresión de haber sido preparado –muñido sería la palabra apropiada- para que del Congreso fundacional salga un partido al uso en el que el poder ejecutivo sea totalitario y no deje resquicio ni al legislativo ni al judicial, lo que viene a ser la esencia del zapaterismo. Tal vez es que para ser eficaces tenga que ser así. Pero eso no es lo que queríamos muchos que nos dejamos ilusionar por el manifiesto de UPyD. Hace algún tiempo, cuando Buesa abandonó el partido, Amando de Miguel comentó –no sin un punto de cinismo- que por fín UPyD se convertía en un partido. Y que para ser tal, debían de haber unas bases que obedecieran y unas elites que mandaran y que cualquier otro intento era una vana y utópica ilusión. Puede que lleve razón, pero eso no era lo que buscábamos. Tampoco pretendíamos la luna. Simplemente queríamos que se escuchara a todo el mundo, se votara a continuación y se decidiera por mayoría. Pero desde el principio hubo una preocupación -casi enfermiza, diría yo- por controlar al caballo, no fuese éste a desbocar. Especial ahínco mostraron en la supervisión y control de los foros y las páginas web de internet: les producían un auténtico sarpullido. Los aludidos en el artículo de Polo se confirmaron a sí mismos como los únicos depositarios de las esencias del partido, y fueron repartiendo a su antojo los carnets de ortodoxia. Fue lo que hizo Alfonso Guerra en el PSOE y montó una fabulosa maquina de poder.

Aparte de asco y pena, el artículo me produjo sentimiento. Y lo dejo ahí, consciente de la indeterminación, porque no sabría qué complemento del nombre añadirle. Fue un sentimiento tan confuso y lastimoso que no encontré ninguna palabra para calificarlo ni determinarlo. Por una parte era lamentable que un proyecto tan necesario como el de UPyD comenzara a hacer agua para regocijo del poder establecido y de la oposición que aspira a sustituirlo. Por otra, sentí una cierta desazón de que, una vez más, la prosa de la vida política se impusiera sobre la poesía de la unidad, del progreso y de la democracia. Podíamos asistir a otra prostitución de esta palabra, además de las muchas que ya existen. Para mayor confusión sentimental tengo la impresión de que el poder, dentro del partido, está optando por personajillos mediocres y ambiciosos a costa de desprenderse de personas valiosas y preparadas: una auténtica calamidad de consecuencias imprevisibles.

Para reordenar de algún modo las ideas, me parece necesario establecer varios puntos a modo de asideros a los que agarrarnos para no caer en el vacío del nihilismo y de la frustración. Tales puntos me parecen que pueden ser los siguientes:

- que UPyD sigue siendo un partido absolutamente necesario y que puede y debe representar a muchos españoles que no se ven reflejados en ninguna de las otras tres opciones nacionales que se ofrecen al electorado, ni mucho menos en las nacionalistas.

– que como necesario que es, no debemos contribuir a que desaparezca. Debemos seguir ahí, incluso aunque nos expedienten y nos echen, por más que parezca un contrasentido. Nos pueden expulsar de la organización pero no nos pueden echar de la idea. Es nuestra también y tenemos que seguir fomentándola.

- que tal vez, los que pensábamos en un partido democrático y participativo, sin designaciones digitales, hayamos perdido esta batalla, pero puede que venga otra en la que podamos vencer. Esta derrota no debe llenarnos de frustración sino de paciencia. Estoy seguro que de este Congreso va a salir la ejecutiva que, irremediablemente va a salir, pero puede que más adelante salgan otras. Franco también pensó que lo dejaba todo atado y bien atado.

- que tenemos que seguir diciendo lo que pensamos, porque para dictaduras de lo políticamente correcto, ya tenemos bastante con la que nos suministra esta izquierda bienpensante y totalitaria que nos aflige y nos azota.

Por muy lamentable que sea todo, el mundo no se hunde. Llevamos en la mano el granito de arena y hay que depositarlo ahí, precisamente, donde queremos construir.


Santiago Martín Guerrero