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Hoy he descubierto otro blog curioso en la red: acentos perdidos, subtitulado "programa de reinserción de acentos en la vía pública". Su autor, declarando su amor por la ortografía, "pretende hacer un inventario de los acentos y letras mal colocados en cualquier cartel escrito en español, dondequiera que éste se hable". Y a ello se aplica, en una iniciativa loable y a la que desde aquí invitamos a todos a sumarse.

Un buen empeño, sin duda. Y como este blog –el mío- versa sobre UPyD y su devenir, conocerlo me ha estimulado para compartir con mis lectores la preocupación por que la ortografía y la sintaxis de las páginas oficiales de nuestro nuevo partido político están deteriorándose de día en día (la semántica, mejor la dejamos para otra ocasión).

Quizás mi desánimo general me haga ser pesimista y exagerada, pero hace tiempo que vengo constatando lo dicho. Por ser la que tengo más cercana, no puedo sino denunciar la lamentable profusión de faltas de ortografía en la página web andaluza, y no sólo por la frecuente ausencia de tildes, sino también por faltas tan graves como, por ejemplo, la confusión entre la preposición "a" y la correspondiente forma homófona del verbo haber; también, la confusión entre la conjunción causal "porque" y el par compuesto por la preposición "por" y la conjunción "que". Por dar ejemplos: vean estos dos artículos, publicados en la mencionada página, con los que pueden, además de pasmarse con la sintaxis, jugar a encontrar las mencionadas faltas y contar las tildes ausentes: artículo 1 y artículo 2).

Y lo que es más grave, la negligencia sintáctica impregna de cabo a rabo las notas oficiales de prensa, como pueden comprobar leyendo la súbita colección de ellas con la que nos agrava los calores veraniegos la nueva coordinadora territorial andaluza.

Escribir bien es difícil, y a la mayoría no nos ha sido otorgado ese don. Pero escribir correctamente, o, por lo menos, sin transgresiones graves de la norma, es inexcusable en general, y especialmente si se hace en páginas "oficiales". Y como todos podemos incurrir en gazapos, es importante que, además del esfuerzo y conocimiento del autor de un texto, haya siempre alguien que lo revise antes de su publicación.

Aunque claro, una falta ortográfica es de fácil arreglo, pero a ver quién es el editor que es capaz de lidiar con un texto cuya sintaxis, de principio a fin, es demencial. Otra consecuencia, en definitiva, del deterioro nacional de la educación: antes, con muchos menos medios, era capaz de producir bachilleres duchos en redactar; hoy no lo consigue ni siquiera con los licenciados.